viernes, 25 de mayo de 2012

Fernweh

Si eres gallego, lo entiendes. Sin que te lo expliquen. Y entiendes también que no te lo expliquen, porque seguramente tampoco serías capaz de explicarlo tú mismo. La morriña es lo que tiene. No es una palabra. Aunque está en el diccionario... incluso en el de español. Pero no es una palabra. O no solo una palabra.
Es un signo de identidad. Y como tal, es asumido por los propios y es visible para los ajenos. Es un sentimiento. Y dijo alguien aquello de que ver es creer, pero sentir es estar seguro. Y no es que me apasionen las citas rimbombantes atribuidas (o mal atribuidas) a no se sabe bien quién. Sin embargo, reconozco que algunas, leídas en un momento vital concreto, las sientes como sentencias (¿será posible que sentencia y sentir tengan un origen etimológico común? Esto explicaría que sea verdad que el sentimiento es el que da autoridad a una realidad).
En fin... volviendo de esta excursión por los cerros de Úbeda, había llegado a que morriña era un sentimiento identitario. Entonces, tal y como yo lo veo, aprender palabras, aprender las palabras-sentimiento identitarias de una lengua determinada, supongo que es aprender/comprender algo íntimo de sus poseedores (de sus hablantes, ¡vaya!). El caso es que, en determinada ocasión, se me ocurrió que quería aprender alemán -por cierto, lo recomiendo: es uno de los juegos más divertidos en los que he participado-, y resulta que todavía hoy recuerdo los que fueron los fundamentos para mí en aquel primer contacto con el alemán: ein paar Spiegeleir (un par de huevos fritos) -esto lo explica el método de mi profesora para el aprendizaje de vocabulario: si eso, ya os lo cuento en otra ocasión-; es kaum darauf an (depende) -sí, soy gallega, ya lo habíais notado-, y, finalmente y a donde quería llegar, Fernweh. Y aquí ya no hay traducción. No quiero que la haya. O no sé hacerla o no se puede. O no se debería. Porque es un sentimiento. Porque es un signo de identidad. Es injusto traducirlo como es injusto que morriña sea nostalgia o echar de menos la tierra natal.
Ellos, los alemanes, tienen también una palabra para esa morriña: Heimweh, algo así como nostalgia de la patria o dolor por el hogar (muy muy literalmente porque la traducción ya he dicho que me parece una injusticia y querría evitar ser injusta). En fin, he dado esa pseudotraducción o explicación muy a mi pesar simplemente para entender el Fernweh. De algún modo es la palabra complementaria. Sería, en este caso, el dolor de lo lejano, la nostalgia por lo desconocido, por el extranjero o, en palabras del traductor de Google, "pasión por los viajes" (buen resumen, aunque, desde luego, Google ha decidido no ser tan literal como yo).
En fin, supongo que todos tenemos esa imagen de los teutones viajeros, exploradores... con esa disposición a ver mundo, a viajes culturales, etc. (ya, ya... todos estamos pensando en Mallorca y esto acaba de sonar a chiste, pero ¿me habéis entendido, no?). No sé, quizá solo yo tengo esa imagen. O quizá es que es una imagen ya algo caduca, muy decimonónica, o muy romántica (no, tampoco ahora estoy hablando de San Valentín... que parece que haya que explicarlo todo, ¡leñe! Hablo del romanticismo de cielos tormentosos, mares embravecidos, suicidios y demás familia). El caso es que alemana no soy (o solo prima: os lo cuento ahora), pero sí reconozco el Fernweh como una palabra-sentimiento, identitaria de una cultura ajena para mí. Quizá conozcáis a algún alemán que os lo confirme también como señal propia. Si es así, hacédmelo saber.
Estos días, por momentos, padezco un poco de Fernweh, de ahí esta reflexión. No sé muy bien la causa; tampoco es que eso sea importante. Supongo que tenía razón aquel profesor en la facultad que no me conocía de nada y se dirigió a mí como "a ver, la celta esa del fondo". Supongo que siempre he sabido que, pese a tener toda la morriña del mundo aun sin alejarme mucho de mi tierra, pese a ser gallega por los cuatro costados (¡o más!), he llegado hasta aquí seguramente con alguna oleada sueva, o algo así, y queda todavía en mi acervo genético alguna que otra palabra-sentimiento compartida con mis primos del norte.